l 31 de octubre de 2025 tuve la suerte de asistir a una conferencia excepcional, celebrada en un entorno verdaderamente privilegiado: a los pies de los grandes monumentos del prerrománico asturiano, Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.

Santa María del Naranco, Oviedo. Fotografía del autor, tomada desde el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano, 31 de octubre de 2025.
El encuentro tuvo lugar en el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano, un espacio que no conocía y que me sorprendió por su calidez y cuidada presentación. Este centro constituye un punto de referencia imprescindible para comprender el valor patrimonial y simbólico de los orígenes del arte medieval asturiano. (El enlace a ambos lugares está disponible en la sección “Enlaces de interés”).
Además, esta jornada me permitió reencontrarme con mi antiguo profesor de Arqueología, con quien tuve también el privilegio de aprender el trabajo de laboratorio arqueológico durante las excavaciones del castillo de Gauzón, en Raíces Nuevo, muy cerca de la ciudad de Avilés (Asturias). Una experiencia que, como entonces, volvió a recordarme por qué la arqueología no es solo una ciencia del pasado, sino una forma de mirar el presente con profundidad y respeto.
El ponente
Alejandro García Álvarez-Busto1, es profesor Asociado Doctor del Área de Arqueología de la Universidad de Oviedo, acreditado como Profesor Titular por la ANECA. Profesor Tutor de Historia y Arte Medieval en el Centro Asociado de Asturias de la UNED. Como profesor invitado a impartido docencia y realizado estancias de investigación en las Universidades de Porto, University College London, Oxford, Ca’ Foscari Venezia y Bolonia. Es autor de 70 publicaciones entre artículos en revistas científicas, actas de congresos, libros y capítulos de libro, siendo coautor del manual Arqueología Medieval en Asturias (Premio Alfredo Quirós 2010). Una de sus líneas de investigación es la arqueología monástica, habiendo dirigido proyectos de investigación e intervenciones en monasterios como Las Huelgas en Burgos o Corias y Cornellana en Asturias, desarrollando en colaboración con los Servicios Científico-Técnicos de la Universidad de Oviedo la Oferta tecnológica “Análisis químico de suelos arqueológicos”. Una segunda línea de investigación son las fortificaciones medievales, siendo codirector de las excavaciones arqueológicas en el castillo de Gauzón, integrante del Grupo ARQUEOS de la Universidad de Oviedo, e investigador colaborador del proyecto “Asturmetría. Formas de ocupación y organización del espacio en el norte peninsular: el territorio astur entre época antigua y medieval a través del registro arqueológico y paleoambiental”, dirigido por J. Avelino Gutiérrez (Uniovi) [HAR2016-78036-P]. También es miembro fundador de APIAA2 y del consejo de redacción de la revista Nailos3
La Arqueología de los monasterios medievales en Asturias
Lo más relevante de la arqueología es que aporta nuevas perspectivas y metodologías diferentes a las de la historia escrita. A través de la excavación y el análisis material, no solo se complementan las fuentes documentales, sino que se plantean nuevos interrogantes sobre la formación, evolución y funciones de los monasterios. La arqueología permite observar el paisaje monástico como un espacio complejo, articulado en torno a dinámicas económicas, sociales y territoriales que no siempre quedaron reflejadas en los textos.
En Asturias, a diferencia de otras regiones peninsulares, no se conservan claustros románicos monumentales como el de Silos. El monacato asturiano es relativamente tardío, y cuando se consolida (entre los siglos XI y XII) lo hace sobre una estructura benedictina ya plenamente organizada. Valdediós, por ejemplo, no responde al modelo arquetípico carolingio, sino que refleja una adaptación local condicionada por el entorno geográfico y los recursos disponibles 4
¿Cómo era un monasterio medieval asturiano?
El monasterio se concebía como una unidad de equilibrio entre lo sagrado y lo productivo, una combinación de factoría económica y santuario. Su estructura respondía tanto a las necesidades espirituales como a las materiales de la comunidad. El modelo ideal lo encontramos en el plano de Saint-Gall (siglo IX), que establece un paradigma arquitectónico donde se integran los espacios religiosos (iglesia, claustro, sala capitular) con las áreas residenciales, agrícolas y artesanales.
En el caso asturiano, la arqueología ha demostrado que los cenobios se insertaban en territorios ya humanizados y cultivados, muchas veces vinculados a redes aldeanas y caminos previos. Como muestra el estudio de Corias, estos monasterios no se fundaban en lugares aislados, sino en zonas estratégicas que favorecían el control del territorio, la explotación agraria y la creación de redes de poder 5
Los monasterios, por tanto, no solo fueron centros espirituales, sino también núcleos de ordenación territorial, promotores de poblamiento, gestión hidráulica y articulación económica. Desde una perspectiva arqueológica, se revelan como estructuras vivas, donde la liturgia, la producción y la memoria del linaje se entrelazan con el paisaje y la sociedad feudal.

Planta del monasterio de Saint Gall (ca. 816–830). Biblioteca de la Abadía de Saint Gall (Stiftsbibliothek), Reichenau. Dominio público, vía https://es.wikipedia.org/wiki/Planta_de_Sankt_Gallen#/media/Archivo:Pianta_dell’abbazia_di_san_gallo,_816-830,_san_gallo,_stiftbibliothek.j

Planta del monasterio de Saint Gall, donde se aprecian las distintas dependencias del complejo monástico. Ca. 816–830. Biblioteca de la Abadía de Saint Gall (Stiftsbibliothek), Reichenau. Dominio público, vía https://es.wikipedia.org/wiki/Arquitectura_carolingia#/media/Archivo:SaintGallPlan.png
Del dominio monástico a la arqueología del paisaje monástico
Debemos entender el monasterio desde diferentes escalas, no solo como edificio, sino como estructura territorial, económica y social. La arqueología actual permite reconstruir no únicamente su arquitectura, sino también su inserción en el paisaje y su relación con el entorno rural, los caminos y los sistemas de producción.
Cuando nos referimos a los monjes, es preciso distinguir entre varios grupos dentro de la comunidad. Los monjes de coro, generalmente procedentes de familias aristocráticas o nobles, eran los más instruidos y dedicaban su vida a la oración y al estudio. Junto a ellos convivían los monjes legos, responsables de las labores agrícolas, ganaderas y artesanales. A su servicio trabajaban los paniaguados (criados o trabajadores dependientes del monasterio), y también los oblatos (del latín oblatus, “ofrecido”), niños entregados por sus familias para ser educados en la vida monástica. En una época de condiciones sociales difíciles, el monasterio representaba para muchos de ellos una vía de ascenso y estabilidad.
Un edificio como el monasterio no puede entenderse sin su base agrícola y productiva, que aseguraba la autosuficiencia y sostenía tanto la vida religiosa como la hospitalidad y la beneficencia. Desde la perspectiva arqueológica, el monasterio era un centro integral: económico, espiritual y social, cuyo funcionamiento dependía de un equilibrio entre las áreas de culto y los espacios de producción y residencia.
Es importante, sin embargo, evitar las idealizaciones. Los monasterios, como cualquier otra construcción, estaban en constante transformación y renovación. Las fuentes documentales y la arqueología evidencian un proceso continuo de ampliación, reforma y adaptación a las necesidades de cada época. El ejemplo paradigmático lo ofrece Cluny, cuyo desarrollo se articuló en fases (Cluny I, II y III) hasta su destrucción durante la Revolución Francesa. Este modelo refleja la evolución material y simbólica del monacato europeo.

Reconstrucción del monasterio de Cluny hacia 1157, dibujo de Jean-Claude Golvin a partir de los estudios de Kenneth J. Conant. Imagen tomada de http://medieval.mrugala.net/Religion/Images/ . Dominio público.
En el caso asturiano, el trabajo arqueológico dirigido por Alejandro García Álvarez-Busto y otros investigadores ha permitido unificar y sistematizar el conocimiento del patrimonio monástico, con una valoración exhaustiva de 31 monasterios medievales y modernos. De ellos, unos 21 corresponden a época medieval, y el resto a etapas renacentistas o barrocas. El último gran conjunto estudiado fue el de San Juan Bautista de Corias, actual Parador Nacional, cuyos orígenes benedictinos ilustran el proceso de continuidad entre la Edad Media y la Moderna. La mayoría de los cenobios asturianos pertenecieron a las órdenes benedictina y cisterciense, aunque se documentan también fundaciones anteriores con reglas hispanas o visigodas.
Antes de la expansión benedictina, existió un monacato prebenedictino, caracterizado por monasterios familiares o dúplices, en los que convivían comunidades masculinas y femeninas. Estos seguían reglas hispanas atribuidas a autores como San Isidoro, San Leandro o San Fructuoso. Ejemplos de este tipo se localizan en San Martín de Salcedo, fundado según la tradición por Adefonsus Confesus, posiblemente hijo de Fruela II; en San Miguel de Bárcena, priorato dependiente de Santa María la Real de Obona, fundado por los condes de Vela y Todidi; o en San Andrés de Bedriñana, cuya iglesia (siglos VII–IX) fue donada al monasterio de San Salvador de Fuentes.
A partir de los siglos XI–XII, se consolida el monacato benedictino, con fundaciones como Corias, Bárcena, Bedón, Cornellana, Obona y San Pedro de Villanueva. Este último conserva la iglesia medieval y una sala capitular con triple arcada, pese a que el claustro actual pertenece al siglo XVIII. En sus excavaciones, el arqueólogo Otilio Requejo descubrió un granero de época moderna y, bajo él, un cubo de defensa del Reino de Asturias, lo que permite relacionar el monasterio con las estructuras territoriales de poder.
En el occidente de Asturias destaca el monasterio de Santa María la Real de Obona, donde la arqueología ha documentado fases constructivas medievales y modernas. Su panda sur del claustro, hoy desaparecida, estuvo cerrada en época medieval; la portada románica tardía y la cabecera anterior al siglo XII son testimonio de su larga ocupación.

Planta del monasterio de Santa María la Real de Obona (Tineo). En Alejandro García Álvarez-Busto, El linaje de los cenobitas. Una propuesta de síntesis para la historia de la arquitectura monástica en Asturias, p. 671. Oviedo: Universidad de Oviedo, 2006.
En el interior se conserva un altar del siglo XII coronado por un crucificado románico de notable calidad. No obstante, las excavaciones en Obona han sido limitadas por restricciones presupuestarias, lo que ha dificultado su conservación.

Santo Cristo de Obona. Imagen románica original de Cristo crucificado, de tipología siria, con barba, paño de pureza y pies separados. La figura sigue los ejes de los maderos de la cruz como símbolo del árbol de la vida. Fotografía: Covadonga Cañas, para https://www.arquivoltas.com/32-asturias/01-Obona02.htm
El estudio arqueológico permite asimismo establecer una cronología de las órdenes monásticas en Asturias:
• Siglos XI–XII: Orden benedictina.
• Siglo XIII: Expansión del Císter.
• Siglos XIII–XIV: Aparición de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos).
• Época barroca (Edad Moderna): Máximo apogeo constructivo.
• Siglo XIX: Desamortizaciones, abandono y ruina de los monasterios.
En cuanto a las reglas monásticas, conviene recordar que en los siglos V–VI San Benito de Nursia redacta la Regula Benedicti, que convivía con otras en Europa. Posteriormente, San Benito de Aniano (750–821), bajo Carlomagno y Ludovico Pío, impulsa la difusión del benedictinismo, que alcanza su auge con Cluny. Sin embargo, la relajación de la disciplina llevó a la reforma cisterciense, promovida por San Bernardo de Claraval (1090–1153). Con el tiempo, los cistercienses también acumularon poder y propiedades, lo que favoreció la aparición de las órdenes mendicantes en el siglo XIII: franciscanos, fundados por San Francisco de Asís, y dominicos, por Santo Domingo de Guzmán (nacido en Caleruega), quienes adoptaron la regla agustiniana.
Así, desde los primeros monasterios familiares hasta los grandes complejos benedictinos y cistercienses, la arqueología revela una continuidad histórica y una profunda adaptación al territorio. Los monasterios asturianos fueron, a lo largo de los siglos, centros espirituales, económicos y culturales, cuyas huellas aún pueden rastrearse en el paisaje y la toponimia actual.
El monasterio de San Juan Bautista de Corias
El monasterio de Corias, fundado en el siglo XI, se alza en un enclave estratégico junto al río Narcea, controlando un antiguo puente de factura medieval que comunicaba el paso hacia el puerto de Leitariegos. Este control le otorgaba el derecho de cobrar el pontazgo, generando importantes recursos económicos que consolidaron su influencia sobre el territorio circundante. Aunque las excavaciones no han revelado una fase romana en el solar del monasterio, sí se han documentado restos de un castro cercano, lo que indica una ocupación anterior del entorno.

Vista general del monasterio de San Juan Bautista de Corias (Cangas del Narcea). Fotografía publicada en el blog https://coriensesdelconvento.blogspot.com/2010/09/
Las intervenciones arqueológicas de 2004, dirigidas por el equipo de Alejandro García Álvarez-Busto, tenían como objetivo localizar la iglesia fundacional del siglo XI, cuya existencia era conocida por las fuentes escritas, pero que no se esperaba encontrar bajo el templo actual. Durante los trabajos de adecuación del aparcamiento se halló, de manera inesperada, la planta completa de la iglesia primigenia, consagrada en 1032, lo que permitió confirmar su cronología y características arquitectónicas.

Vista general de los vestigios de la iglesia fundacional del monasterio de San Juan Bautista de Corias, localizada durante la excavación arqueológica del patio exterior oeste del actual monasterio. Imagen de la https://asociacionapiaa.com/monasterios/monasterios/monasterio-de-san-juan-bautista-de-corias
El edificio original, de nave única y triple cabecera, pertenece a un románico arcaico y de rasgos conservadores. Este modelo encuentra paralelos en la colegiata de San Martín de Teverga y en algunos grandes monasterios benedictinos catalanes, lo que sugiere la presencia de un maestro de obras proveniente del ámbito catalán o pirenaico, aunque con mano de obra local. El análisis por radiocarbono (C-14) de los carbones incrustados en el mortero ofreció una datación entre 970 y 1030, coincidente con la fecha de consagración (1032), una concordancia poco habitual que refuerza la fiabilidad de la secuencia constructiva.
Un detalle singular es el retablo barroco del templo actual, que representa una visión idealizada de la iglesia original. Según la tradición, el arquitecto barroco habría contemplado aún sus restos y los plasmó en la composición del retablo, ofreciendo así un valioso testimonio iconográfico de la arquitectura asturiana medieval.
Las excavaciones documentaron además la existencia de una segunda iglesia del siglo XIII, que cumplió funciones parroquiales para la población del entorno, coexistiendo con la monástica. En el espacio funerario aparecieron enterramientos infantiles y restos de varios abades, aunque en mal estado de conservación debido a la composición ácida del suelo.
El hallazgo más destacado fue el de un esqueleto alterado a los pies del altar, acompañado de unas espuelas de plata posteriormente doradas, un símbolo de promoción social que sugiere la transformación de un escudero en caballero. Se trata de un hallazgo excepcional en el contexto asturiano, tanto por la calidad de los materiales como por su localización litúrgica.
Otro descubrimiento notable fue una lauda funeraria fechada en el año 1084 (equivalente al 1046 si se descuenta la diferencia de la era hispánica), perteneciente al noble Félix Sarracini, quien donó un palacio en Tineo a cambio de ser enterrado en el monasterio. Al abrir la tumba, sin embargo, no se hallaron sus restos, sino los de seis individuos, posiblemente descendientes de su linaje, reutilizando el sepulcro familiar.

Lauda funeraria de Félix Sarraciniz (año 1046). Imagen de la https://asociacionapiaa.com/monasterios/monasterios/monasterio-de-san-juan-bautista-de-corias
Entre los enterramientos infantiles se documentó uno acompañado de una olla cerámica del siglo XII, que contenía huesos de gallina y restos vegetales adheridos al interior. Este hallazgo sugiere la pervivencia de un rito funerario de origen pagano o romano, consistente en depositar alimentos para el difunto con el fin de evitar el hambre en el más allá, una práctica que, aunque prohibida por la Iglesia, persistió de forma tolerada en contextos rurales.
En torno al monasterio se identifica un paisaje monástico estructurado, donde se localizan restos de una pequeña fortificación que controlaba los accesos y caminos, así como viñedos históricos que aún caracterizan la zona. El debate arqueobotánico permanece abierto sobre si estos cultivos proceden de época romana o si fueron introducidos y gestionados por los monjes en la Edad Media como parte de la economía vinícola del cenobio.
CONCLUSIÓN
La conferencia concluyó dejando abierta la puerta a una segunda sesión, en la que se abordarán los temas aún pendientes: el monasterio de Cornellana, los cenobios cistercienses y los conventos de las órdenes mendicantes que tuvieron presencia en Asturias (franciscanos, dominicos, mercedarios, entre otros). Una continuación necesaria para comprender en toda su amplitud la riqueza y diversidad del paisaje monástico asturiano.
Estos monasterios alcanzaron su máximo esplendor entre los siglos XVI y XVIII, consolidándose como centros de poder espiritual, económico y cultural. Sin embargo, su decadencia definitiva llegó con las desamortizaciones de Mendizábal en el siglo XIX, que provocaron la pérdida de bienes, el abandono de las comunidades y, en muchos casos, la ruina de los edificios.La sesión finalizó con una reflexión sobre el estado actual de conservación del patrimonio monástico asturiano, valorando tanto los aciertos como los errores de las últimas décadas. En algunos lugares, como Bedón, las intervenciones llegaron demasiado tarde; en otros, como Obona o Bárcena, la falta de mantenimiento y de proyectos sostenidos ha comprometido la supervivencia de estructuras de enorme valor histórico y simbólico.
A pesar de ello, persiste una esperanza razonable en la búsqueda de nuevas vías de conservación y reutilización. Algunas podrían surgir de la iniciativa pública (como la propuesta de crear en Obona un centro de formación profesional en carpintería), y otras de la iniciativa privada, siguiendo el ejemplo de Corias, transformado hoy en Parador Nacional. Este caso demuestra que el pasado puede seguir vivo cuando se le devuelve su lugar en el paisaje y en la memoria colectiva de Asturias.
Bibliografía
Arias Páramo, Lorenzo. “El monasterio medieval en Asturias: de la alta a la plena Edad Media.” En El linaje de los cenobitas. Una propuesta de síntesis para la historia de la arquitectura monástica en Asturias, editado por Alejandro García Álvarez-Busto, 45–67. Oviedo: Universidad de Oviedo, 2006.
García Álvarez-Busto, Alejandro. La Arqueología de los monasterios medievales en Asturias. Conferencia presentada en el Centro de Recepción e Interpretación del Prerrománico Asturiano, Oviedo, 31 de octubre de 2025.
García Álvarez-Busto, Alejandro. “Arqueología y territorio monástico en Asturias: el ejemplo de San Juan Bautista de Corias.” En Arqueología y patrimonio en el occidente asturiano, editado por Ángel Villa Valdés, 201–225. Oviedo: Gobierno del Principado de Asturias, 2020.
García Álvarez-Busto, Alejandro. “El linaje de los cenobitas. Una propuesta de síntesis para la historia de la arquitectura monástica en Asturias.” En Monasterios medievales en Asturias, 15–22. Oviedo: Universidad de Oviedo, 2006.
García de Castro Valdés, César. Arquitectura monástica altomedieval en Asturias. Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 1995.
- https://www.unioviedo.es/epidemia/index.php/acerca-de/alejandro-garcia-alvarez-busto/ ↩︎
- https://asociacionapiaa.com/ ↩︎
- https://nailos.org/index.php/nailos ↩︎
- César García de Castro Valdés, Arquitectura monástica altomedieval en Asturias (Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 1995); Lorenzo Arias Páramo, “El monasterio medieval en Asturias: de la alta a la plena Edad Media,” en El linaje de los cenobitas. Una propuesta de síntesis para la historia de la arquitectura monástica en Asturias, ed. Alejandro García Álvarez-Busto (Oviedo: Universidad de Oviedo, 2006), 45-67. ↩︎
- Alejandro García Álvarez-Busto, “Arqueología y territorio monástico en Asturias: el ejemplo de San Juan Bautista de Corias,” en Arqueología y patrimonio en el occidente asturiano, ed. Ángel Villa Valdés (Oviedo: Gobierno del Principado de Asturias, 2020), 201–225. ↩︎
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